Porque eso es, básicamente, lo que hacés cada vez que te ponés poliéster.
Una fibra que nació en un laboratorio, se popularizó por necesidad en la guerra, y hoy sigue dominando tu placard... no porque sea buena, sino porque es barata y rinde plata.
1930s: Un experimento con olor a plástico
Dos químicos británicos, Whinfield y Dickson, inventan el PET (sí, el mismo que usan para botellas). Buscaban reemplazar la seda, no hacer remeras transpirables. En 1941 lo patentan. ¿La idea? Que aguante, que sea sintético, que no dependa de la naturaleza, eso era un contratiempo.
1940s: Guerra, paracaídas y plástico everywhere
Durante la Segunda Guerra, el poliéster fue el héroe silencioso: paracaídas, uniformes, cuerdas. Era resistente, no necesitaba campos de cultivo ni tiempo para crecer. Terminó la guerra... ¿qué hacemos con toda esta porquería sintética? Fácil: vendérsela a la gente como si fuera progreso.
1950s-1970s: El "milagro sintético"
DuPont ve la oportunidad, compra los derechos, y lanza el poliéster como la fibra mágica: “No se arruga, no se encoge, dura para siempre”. Claro... como una botella. En los 70s, todos bailando disco con camisas brillantes pegadas al cuerpo, transpirando como si tuvieran film adherente encima. Pero nadie se quejaba, el marketing lo había hecho sexy.
1980s: El plástico pierde onda
De golpe, lo sintético dejó de parecer futurista y empezó a oler a “barato”. El algodón volvió con fuerza, el lino se puso de moda, y el poliéster quedó relegado a cortinas, moños de mozo y remeras que nadie quería. Pero no te ilusiones: no se fue.
1990s hasta hoy: Volvió... camuflado como tecnología
El poliéster se reinventa. Las marcas deportivas lo relanzan como “fibra técnica”. Adidas, Nike: “Dry-Fit”
, “Climacool”, “Techwear”. Pero seguís envuelto en plástico. Solo que ahora lo llaman “performance”
.
Y después llega el tsunami del fast fashion. Zara, H\&M, Shein: necesitan ropa rápida, barata y que parezca linda al colgarla.
¿El resultado?
Hoy el 60% de la ropa que se produce en el mundo es poliéster. Sí, sesenta. Por ciento.
¿Por qué lo siguen usando?
- Barato: Viene del petróleo. Cosechar no es negocio, perforar sí.
- Resistente: Dura siglos. Literal.
- Cómodo para las marcas: Lo venden como práctico, pero no te cuentan que transpirás como en un tupper.
- Ignorancia generalizada: Nadie te dice que estás usando una fibra plástica diseñada para no morir jamás.
¿Dónde todo ese poliéster cuando ya no sirve?
Una pista: al Desierto de Atacama, en Chile. Literalmente. Ahí, en uno de los lugares más áridos y silenciosos del planeta, se acumulan montañas de ropa descartada, mucha hecha de poliéster.
No se biodegrada, no se va. Se queda ahí, como un recordatorio de que la moda barata no es tan barata si la paga el planeta. Querías vestirte rápido, terminaste creando tu propio vertedero en el medio del desierto. Hermoso.
¿Y tu cuerpo qué dice?
No grita, pero protesta en silencio. Mirá:
1. Tu piel se ahoga
El poliéster no respira. No ventila. Es como taparte con un nailon en pleno enero. El calor y el sudor quedan atrapados.
Bienvenidas bacterias, hongos y mal olor.
2. Rozaduras, picazón, dermatitis
Especialmente en zonas sensibles: axilas, entrepierna, cuello. La fricción y la falta de aire causan irritación. Si ya tenés piel sensible, es como echarle sal a la herida.
3. El olor no se va
El sudor no se evapora, se estanca. Las bacterias lo aman. Lavas la ropa y sigue oliendo. Y si usás desodorantes fuertes, peor: terminás haciendo una sopa química en tu axila.
¿Puede ser peor?... Sí.
Químicos tóxicos
La producción de poliéster incluye antimonio, ftalatos, formaldehído... palabras que suenan como cosas que no querés tener en la piel
.
Con el tiempo, el calor y el desgaste, estos compuestos se liberan y entran en tu cuerpo.
Posible riesgo hormonal
Algunos de esos químicos podrían alterar tus hormonas. ¿Está comprobado? No del todo. ¿Es buena idea esperar a que lo confirmen? Vos decidís.
Microplásticos everywhere
Cada vez que lavás una prenda de poliéster, suelta microfibras plásticas.
Van al agua, al ambiente, al pescado que comés, y sí, también pueden meterse en tu cuerpo. Tranqui...
¿Querés hacerlo aún peor?
- Ropa interior ajustada: Bien pegada al cuerpo, ideal para maximizar la absorción de químicos en las bolas.
- Ropa de cama de poliéster: Dormís envuelto en una bolsa. Todo bien si querías soñar que estás en un micro sin aire rumbo a Mar del Plata en enero.
- Bebés: Usarles poliéster debería estar penado. Su piel es sensible y no regula temperatura bien.
¿Qué podés usar sin parecer un fiambre envuelto?
- Algodón orgánico: Suave, respira, no intoxica.
- Lino: Liviano, fresco, elegante sin esfuerzo.
- Lana merino: No pica, regula temperatura, ideal para el invierno.
- Bambú (procesado sin químicos fuertes): Transpirable, sostenible, suave.
La verdad
El poliéster no es una fibra, es una trampa. No te mata hoy, pero tampoco te cuida.
Es cómodo para las marcas
, no para vos.
Si tenés la posibilidad, cambiá aunque sea las prendas que están en contacto directo con tu piel. Pensalo como un acto de mínima dignidad y salud personal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario