...(y que la industria no quiere que sepas)

¿Sabés qué tienen en común los dientes perfectos, la salud de acero y una vida longeva? Bueno, según el Dr. Weston A. Price, todo tiene que ver con lo que comemos. Este dentista canadiense de los años 30 viajó por el mundo como un verdadero Indiana Jones, pero en vez de buscar tesoros, buscaba respuestas sobre por qué ciertas comunidades alejadas de la modernidad vivían tan saludables. Y, spoiler: la respuesta no está en tu pan blanco o en las golosinas del kiosco.

El descubrimiento: Dietas tradicionales vs. modernidad

El Dr. Price se mandó unas giras épicas: Suiza, Escocia, Norteamérica, Fiji y Australia, lugares donde la gente comía lo que la naturaleza les daba sin la influencia de las "comidas modernas". ¿Qué encontró? Personas con:

  • Dientes perfectos (¡hasta las muelas de juicio!),
  • Físicos fuertes y bien formados,
  • Ausencia total de caries y enfermedades crónicas como diabetes, problemas cardíacos o mentales.

¿El secreto? Comer alimentos locales, naturales y ricos en nutrientes, como:

  • Pescado, mariscos y carnes,
  • Órganos animales (riñón, hígado, etc.),
  • Lácteos crudos,
  • Verduras de raíz, bayas y granos integrales.

En resumen, nada de productos procesados ni refinados. ¿Y qué pasó cuando estas comunidades empezaron a adoptar los alimentos industrializados? Bueno, alto quilombo: caries, enfermedades, malformaciones dentales y salud que se iba al tacho.

Un vistazo a las comunidades estudiadas por Price

  1. Suiza, en los Alpes
    Price visitó un valle remoto donde los habitantes eran un modelo de salud. ¿Qué comían? Pan de centeno integral, lácteos como queso y mantequilla, carne (una vez por semana) y vegetales locales. Resultado: dientes perfectos, inmunidad a enfermedades y cuerpos fuertes.

  2. Escocia, comunidades gaélicas
    Acá la base de la dieta eran los pescados y mariscos, órganos animales, papas y vegetales de raíz. ¿El resultado? Lo mismo: dientes como una joya y físicos que daban envidia.

  3. Tribus en Fiji y Australia
    Ni hablar de las comunidades indígenas. Su dieta rica en grasas animales, proteínas, frutas y vegetales naturales los mantenía libres de caries y enfermedades modernas. ¿Medicina? Casi ni la necesitaban.

¿Qué salió mal? El impacto de las “comidas de comercio”

Price usó el término "comidas de comercio" para describir los alimentos que arruinaron todo:

  • Harinas blancas,
  • Azúcares refinados,
  • Alimentos procesados enlatados,
  • Aceites industriales.

Cuando estas comidas llegaron a las comunidades tradicionales, la salud de sus habitantes se fue para atrás. En cuestión de años, empezaron a aparecer caries, deformaciones en las mandíbulas y enfermedades que antes no existían. Y no es casualidad. Estos productos no están diseñados para nutrir; están diseñados para vender.

El modelo ancestral: Cómo deberíamos comer hoy

Según Price, lo que necesitamos no es ninguna dieta rara ni suplementos caros, sino volver a lo básico, a lo que funcionó por miles de años. La receta es simple:

  1. Proteínas animales
    Comé carne, pescado, órganos (sí, esos que hoy en día evitamos) y lácteos crudos. Son bombas de nutrientes esenciales.

  2. Vegetales y granos enteros
    Incorporá raíces como batata, zanahoria, nabos, y granos integrales como el centeno. No todo tiene que ser carne, obvio.

  3. Grasas naturales
    Las grasas animales, como manteca y grasa de cerdo, no son el enemigo. Al contrario, son parte fundamental de una dieta equilibrada.

  4. Evitá lo procesado
    Alejate de la harina blanca, el azúcar refinado y, por favor, de los aceites vegetales industriales. No son alimentos, son inventos modernos para el bolsillo de las empresas.

¿Vivían poco? Otro mito derribado

Un argumento típico contra estas comunidades tradicionales es que "vivían poco". Pero esto es cualquier cosa. La expectativa de vida baja que vemos en los datos históricos se debe, principalmente, a la mortalidad infantil. Si pasabas los primeros años de vida, era común llegar a los 80, 90, e incluso más.

Price documentó comunidades donde la longevidad era normal, y sin las enfermedades crónicas que nos aquejan hoy. Es más, él mismo mencionó casos de personas viviendo hasta los 120 años sin complicaciones.

La salud está en la naturaleza, no en la industria

Hoy en día, vivimos rodeados de alimentos ultraprocesados que prometen practicidad pero nos están enfermando. El Dr. Price nos dejó un mensaje claro: si queremos salud de verdad, tenemos que volver a comer como lo hicieron nuestros ancestros.

El secreto no está en las dietas de moda ni en suplementos mágicos. Está en el pescado, la carne, los vegetales frescos, los lácteos sin procesar, y en decirle "chau" a las comidas de fábrica.

Así que, si querés tener una salud como la de esas comunidades tradicionales, es hora de ponerte las pilas y empezar a cambiar lo que ponés en el plato. Porque la verdad, la industria nos está vendiendo humo, y nosotros nos lo estamos comiendo.