El capítulo The Power of a Paradigm de The 7 Habits of Highly Effective People de Stephen Covey arranca con una idea clave: antes de cambiar lo que hacemos, necesitamos cambiar cómo vemos. Todo parte de nuestros paradigmas, o sea, los “mapas mentales” con los que interpretamos la realidad.
¿Qué es un paradigma?
Covey lo define como una manera de ver el mundo, una especie de marco mental que guía cómo entendemos y actuamos. No es la realidad en sí, sino nuestra interpretación de ella. Como un mapa: si tenés el mapa correcto, llegás bien. Pero si usás un mapa de Detroit para moverte por Chicago, no importa cuánto te esfuerces, vas a estar perdido.
Podés tener buena actitud, trabajar duro… pero todo eso no sirve si el mapa está mal. La clave no es solo actuar distinto, sino ver distinto. Porque lo que creemos que es la realidad a veces es solo una versión condicionada por nuestra historia, valores, educación, cultura, etc.
El experimento visual: ¿joven o anciana?
Covey cuenta un ejercicio que vivió en Harvard. A un grupo se le mostró la imagen de una joven; al otro, la de una mujer anciana. Después, todos vieron una tercera imagen ambigua (que podía ser ambas cosas). Según la imagen previa que habían visto, unos veían una joven elegante, otros una anciana triste.
Cuando los estudiantes discutieron, no se trataba de quién tenía razón, sino de entender que ambos estaban viendo la misma imagen desde lentes diferentes. Solo cuando hablaron con calma, señalando detalles específicos, empezaron a ver la otra perspectiva.
¿Y por qué importa esto?
Porque vemos el mundo no como es, sino como somos nosotros. Nuestra experiencia condiciona nuestra percepción. Si no cuestionamos nuestros paradigmas, reaccionamos automáticamente, sin ver otras posibilidades. Y eso afecta nuestra manera de pensar, de actuar y de relacionarnos.
Cambiar un paradigma no es fácil. Pero es necesario. Porque si no lo hacemos, solo estamos maquillando la superficie (actitudes, comportamiento), sin resolver el fondo.
El golpe final
Covey lanza una verdad incómoda: el problema muchas veces no es lo que hacés, sino cómo pensás. Y hasta que no revises tus mapas mentales, no vas a avanzar mucho. La efectividad verdadera, dice, nace de ver con nuevos ojos. No se trata de cambiar al otro, sino de cambiar tu percepción primero. Ahí empieza todo.