Una mala jornada puede destrozarte.
Eso dice el Joker, y en Batman: The Killing Joke, Alan Moore y Brian Bolland lo hacen sentir en cada página. Esta novela gráfica de 1988 no solo cuenta una posible historia del origen del Joker: arrastra directo al abismo. Locura, dolor y preguntas que incomodan más de lo que uno espera de un cómic.
La chispa de la locura
El Joker quiere probar que un solo día horrible alcanza para romperte. Escapa de Arkham, secuestra al comisario Gordon y ataca brutalmente a su hija, Barbara. Su plan es tan simple como cruel: hacer que Gordon pierda la razón, para demostrar que todos estamos al borde. Batman intenta frenarlo, claro, pero también se enfrenta a sus propias sombras. ¿Qué tanto lo separa del Joker, realmente?
La historia salta del presente a flashbacks que muestran un posible pasado del Joker: un comediante que no puede pagar las cuentas, golpeado por la tragedia. ¿Eso lo convirtió en lo que es? Ni él está seguro. “Si voy a tener un pasado, prefiero que sea de opción múltiple”, dice. Esa frase te queda rebotando.
Arte que no te larga
El dibujo de Bolland es muy bueno. Cada viñeta está llena de detalles: las sombras húmedas de Gotham, la locura en los ojos del Joker, el peso de cada gesto. Los colores acompañan: vivos en el presente, opacos en los recuerdos. Las transiciones entre escenas tienen una fluidez que sorprende. Un reflejo, un movimiento, un gesto repetido... y ya estás en otra parte sin darte cuenta. Guion y dibujo se potencian.
¿Héroe o loco?
Esta no es una historia clásica de Batman. No hay respuestas claras ni buenos absolutos. El Joker y Batman nacieron de un día trágico. Uno eligió el caos. El otro, una cruzada obsesiva contra el crimen. Pero vestirse de murciélago y salir a golpear delincuentes todas las noches... no es precisamente una señal de salud mental. La línea entre la cordura y la locura es finísima. Moore la muestra con precisión quirúrgica.
El ataque a Barbara Gordon no se olvida. Es crudo, directo. No es shock por shock. Duele. Tiene peso. Después de eso, Barbara no se rinde: se convierte en Oracle, una heroína brillante. Pero ese momento marca un quiebre. Y se queda con vos.
Un final que no te explica nada
El final te deja clavado. No lo voy a contar, pero sí esto: cuando Batman y el Joker se ríen juntos bajo la lluvia, no sabés si es un momento de humanidad compartida o el principio del fin. No hay respuestas fáciles. Y por eso esta historia sigue respirando después de tantos años.
¿Por qué leerlo?
Batman: The Killing Joke no es solo una historia de Batman. Es una exploración de la mente humana. Son 46 páginas, pero cada una te deja pensando. Si te gusta Batman, el Joker o simplemente las historias que te patean el estómago, tenés que leerla. Y si podés conseguir la edición de lujo con los bocetos de Bolland, mejor.
A veces, un mal día alcanza para que todo se desmorone. Y cuando el mundo se vuelve un chiste, no siempre da risa.
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