¿Cuanto pensaste sobre los aditivios de los alimentos?, ¿Nunca no?.

Pensás que los conservante son una buena idea, porque crees que si el pan te dura varias semanas es buenísimo

Imaginate esas peliculas apocalipticas, llenas de zombies, donde estos tipos te muerden a vos o a un animal y se convierten en zombies. ¿Te comerias una vaca zombie? no creo, bueno, comerte algo con conservantes sería lo mismo. ¿¡Porque comes zombies!?

Siempre creíste y crees que los aditivos son inofensivos, y la realidad es que tienen niveles de toxicidad, y el nivel bajo no es ninguno, es nivel bajo. Pero bueno te voy a contar sobre los que mas a menudo te vas a cruzar y que son los menos toxicos.

Estás consumiendo más químicos de los que pensás.

¿Alguna vez te pusiste a leer las etiquetas de lo que comés? No, no solo la parte que dice "rico en fibra" o "sin azúcar agregada", sino esos nombres raros tipo E322 o E621. Te lo digo fácil: estás llenando tu cuerpo de químicos que ni sabés qué son. A ver, no todos los aditivos son el villano de la película, pero hay un montón que podrían ser más problemáticos de lo que parecen, y la industria alimentaria los usa como si fueran caramelos.

Pero... ¿realmente sabés lo que estás comiendo?

Esos nombres de laboratorio no están ahí por casualidad. Los aditivos se usan para que el producto dure más, se vea más lindo o tenga mejor sabor. Pero, ¿a qué costo? Es como pintar una casa con pintura trucha: parece espectacular al principio, pero a la larga, te jode. Te voy a tirar un par de datos que te van a dejar pensando:

  1. Glutamato monosódico (E621): Es el Messi de los potenciadores del sabor. Lo encontrás en sopas instantáneas, snacks, y hasta en comida congelada. ¿El problema? Algunos estudios lo relacionan con dolores de cabeza, insomnio, y una sensación de hinchazón que te hace sentir como si hubieras comido un pollo entero.

  2. Ácido cítrico (E330): Este se vende como "natural" porque viene de los cítricos, pero el que usan en la mayoría de los alimentos procesados se produce de forma sintética con moho. Sí, leíste bien: moho. ¿Te suena tentador?

  3. Colorantes artificiales: ¿Te acordás del jugo que tomaste ayer, ese de color naranja flúor? Bueno, ese color probablemente vino de un colorante artificial que podría estar relacionado con problemas de atención en pibes y reacciones alérgicas.

  4. BHA y BHT: Conservantes que se usan para evitar que las grasas se pongan rancias. Suena hermoso, ¿no? Bueno, el detalle es que hay estudios que los asocian con riesgos cancerígenos en animales.

Andá a los bifes (literal) y comé más natural.

Ahora, no te estoy diciendo que tires todo lo que tenés en la alacena (aunque no sería mala idea, para nada) y te pongas a sembrar tu propia huerta (aunque estaría extremadamente bueno). La idea es que empieces a elegir mejor y a ser más consciente de lo que le estás metiendo al cuerpo. Acá van algunos tips para que no te comas el chamuyo de la industria:

  1. Leé las etiquetas: Si la lista de ingredientes tiene más de cinco cosas o palabras que no podés pronunciar, es un red flag.

  2. Buscá productos sin aditivos: Sí, cuestan un toque más, pero tu cuerpo te lo va a agradecer a largo plazo.

  3. Cociná más en casa: No hay como un buen guiso hecho por vos mismo para saber exactamente qué estás comiendo.

  4. Investigá: Hoy tenés Internet al alcance de la mano. Googleá esos nombres raros y fijate qué tan buenos son para vos.

  5. Apoyá lo natural: Frutas, verduras, carnes y granos enteros no necesitan nombres raros ni etiquetas complicadas.

Comer bien es tener la posta.

Al final del día, lo que está en juego no es solo tu salud a corto plazo, sino tu calidad de vida en general. Vivimos en un mundo lleno de ofertas y soluciones rápidas, pero eso no significa que sean las mejores para vos. Así que la próxima vez que estés por agarrar ese paquete de papitas con colores que parecen sacados de un dibujo animado, pensalo dos veces. Ser consciente de lo que consumís no solo te hace más saludable, también te convierte en alguien que no se deja forrear por la industria. Y eso, amigo, es tener aguante.