El libre albedrío es algo que siempre da para charlar largo y tendido. Pero no voy a meterme en esos debates filosóficos de si el destino existe o si somos prisioneros de nuestras decisiones. Acá lo que me interesa es pensar más en términos prácticos, en cómo nuestras elecciones, influenciadas por el entorno y la sociedad, se juegan a favor o en contra nuestro.
A ver... cuando hablamos de libre albedrío, hay una cosa que tenemos que tener en cuenta, y es la importancia del entorno. Es que, en serio, no podemos hacer como si la gente con la que nos rodeamos o lo que consumimos no tuviera impacto en nosotros. Es más, el entorno es un factor clave que moldea quiénes somos, cómo pensamos y, en definitiva, qué tipo de vida estamos construyendo. Ahora, no voy a hablar del entorno en términos de la “familia” o la “sociedad” en general, sino más específicamente de la gente que elegimos tener cerca.
Si estás rodeado de gente que no tiene ambición, que está llena de excusas, que se queja de todo y vive en modo "todo me pasa a mí", es probable que eso te acabe influyendo. Es como una ley de la gravedad: si estás rodeado de gente mediocre, si te quedás pegado a esas influencias, de a poco te vas a ir convirtiendo en uno de ellos. No es magia ni conspiración, es simplemente que la gente tiende a ser influenciada por las personas con las que se rodea. Los pensamientos se contagian, las emociones también, y, ¿sabés qué? En muchos casos, las acciones también.
¿Y cómo funciona esta ley? Te lo explico fácil: el entorno actúa como una gravedad. Te puede levantar, o te puede hundir. Si estás cerca de personas que te empujan hacia arriba, que te motivan a ser mejor, a romper tus propios límites, tu crecimiento es casi garantizado. Pero si te rodeas de gente que está en la mediocridad, que no tiene aspiraciones, que se contenta con poco, entonces… ahí está el peligro.
Es curioso, porque esto está comprobado. Está probado que las personas con las que nos rodeamos afectan nuestros comportamientos. En estudios sociales, por ejemplo, se ha demostrado que las personas que tienen amigos que son más saludables, más exitosos, o incluso más felices, tienden a replicar esas conductas. Y no hablo solo de la salud física, sino también de la salud mental y emocional. Estar rodeado de gente positiva genera un “efecto contagio” donde vos también te volves más positivo, más fuerte ante los problemas, más decidido. Pero, como te decía antes, también pasa lo contrario: si te rodeás de gente mediocre, vas a tener que luchar todo el tiempo contra esa gravedad negativa. Es un esfuerzo constante.
Ahora, no te confundas. No estoy diciendo que cortes con todo el mundo ni que te pongas en modo "soy demasiado bueno para vos". Eso sería un error. La clave está en elegir las influencias que querés en tu vida y cortar de raíz lo que te hace mal. No hace falta que seas un nene de mamá que vive en su burbuja, pero sí podés empezar a ser más selectivo con las personas con las que compartís tiempo y espacio. Elegir con más criterio, digamos.
Y esto no significa que te tengas que aislar del mundo, pero sí empezar a elegir qué entra y qué no entra en tu vida. Si te bombardeás todo el tiempo con mierda mediática, con gente negativa, con contenido que no te aporta nada, entonces ya sabés cómo va a terminar la cosa. Vas a terminar igual que ellos. En cambio, si empezás a buscar las personas, los libros, los recursos que te ayuden a crecer, ahí sí la cosa cambia. Ahí el libre albedrío, ese poder que tenemos de elegir, realmente empieza a jugar a tu favor.
Ahora, sé que muchos están pensando: "Sí, pero ¿y si no puedo cambiar a mi entorno? ¿Y si no puedo alejarme de esas personas?". Te entiendo. No es fácil. Pero la clave está en cómo manejás esa influencia. Porque, mirá, no hace falta que seas un genio para darte cuenta de que, si te mantenés rodeado de mediocridad, tenés dos opciones: podés o quedarte estancado en ese círculo vicioso o podés empezar a cambiar. Porque, al final, el cambio es posible, pero requiere de un trabajo constante, de decidir activamente lo que permitís en tu vida y lo que no. Si no podés cortar con lo negativo por ahora, al menos podés empezar a sumarle cosas positivas.
La diferencia entre los que siguen a la multitud y los que van en busca de lo que quieren es la mentalidad. ¿Qué tan fuerte es tu libre albedrío para tomar decisiones? ¿Te vas a dejar llevar por lo que te dicen, o vas a elegir lo que te va a ayudar a crecer?
Así que, para no alargar más esto, te dejo con una pregunta clave: ¿Estás permitiendo que la gravedad de tu entorno te atraiga hacia la mediocridad? Si la respuesta es sí, ya sabés, el primer paso es empezar a cortar con todo lo que te hace mal. Te va a costar, pero te prometo que a medida que vayas tomando control sobre tu entorno, vas a empezar a ver cambios. Es ahí cuando el libre albedrío empieza a jugar de verdad a tu favor.
La próxima vez que te encuentres con un grupo de personas que te están drenando, decí “hasta luego, chicos” y ponele fichas a lo que realmente te va a ayudar a ser mejor. Ese es el verdadero poder del libre albedrío.