Una guía para contar historias que importan, desde un disquete hasta TikTok.

El arte de contar sin parar

A lo largo de 25 años Steve Rawling, un ex periodista de la BBC News, ha contado unas 20.000 historias. Lo dijo casi sin darse cuenta, con esa mezcla de asombro y resignación que solo tienen los que viven de observar. Y sin embargo, siente que apenas empezó.

Este no es un gurú de redes sociales, ni un influencer egocéntrico que solo habla de sí mismo. Es alguien que cree, profundamente, en el poder de las historias como forma de entender el mundo.

Y ahora, con un smartphone en el bolsillo, vos también podés ser un narrador infinito.

¿Por qué contar historias si no sos periodista?

"Yo no quiero ser periodista", dirás. "¿Para qué aprender a contar historias?".

Porque estamos hechos para eso. La historia es la manera en que la humanidad evolucionó para retener y transmitir información. Un dato suelto se pierde. Pero una historia... se recuerda, se comparte, se transforma.

No importa si sos programador, músico, docente o plomero. Si sabés contar lo que hacés, lo que te pasa o lo que te importa, vas a llegar más lejos. Porque los demás lo van a entender. Y, más importante aún, lo van a recordar.

La revolución llegó… y está en tu bolsillo

Cuando este periodista empezó, necesitaba un disquete, una bicicleta, un fax y un poco de suerte para que su historia llegue a un editor en Londres. Luego, cuando pasó a la radio, editaba con cinta, tijera y cinta scotch. En la tele, hacía falta un equipo de cuatro personas y máquinas que costaban más que una casa.

Contar una historia para millones era caro, lento y exclusivo.

Hasta que un día, apareció una cámara más liviana, más barata, que multiplicó por diez la capacidad de producir. Por primera vez, los medios se animaron a arriesgarse con historias más pequeñas, más humanas. El cambio fue radical.

Pero el verdadero terremoto llegó con los smartphones. Hoy, cualquiera puede filmar, editar y subir contenido que vea todo el planeta. No hace falta ser parte de un canal, ni tener contactos. Solo curiosidad y ganas de contar.

¿Y qué es un narrador infinito?

Spoiler: no es alguien que habla solo de sí mismo.

El narrador infinito entiende que las mejores historias no son las propias, sino las de los otros. El truco está en mirar hacia afuera. Escuchar. Estar atento. Y sobre todo, sentir empatía.

Lo explica con una anécdota. Una vez, durante un proyecto de la BBC, conoció a un pibe de 13 años que participaba en una puesta en escena en la calle. Le preguntaron por qué lo hacía. El pibe respondió: "Quiero que mis profesores vean que puedo hacer algo. Esté en el grupo más bajo de todo no significa que no sirvo."

Ese pibe no era una estrella, ni un político, ni un meme viral. Pero su historia, contada con honestidad, valía más que mil entrevistas con famosos.

Las 3 verdades del narrador infinito

1. No es sobre vos

La historia no gira en torno a tu ego. Es sobre los demás. Vos solo sos el puente.

2. Sé curioso

No podés ser interesante si no estás interesado. Levantá la vista del celular, escuchá, preguntá. La realidad tiene más giros de guion que cualquier serie de Netflix.

3. Sostené el equilibrio

Siempre estás entre dos mundos: el protagonista (que vive la historia) y la audiencia (que no sabe ni le importa mucho). Tu tarea es no traicionar a ninguno. Si te pasás de técnico, aburrís. Si simplificás demasiado, mentís. Mantenete en el medio.

Y ahora, algunos trucos de backstage

Para sobrevivir como narrador sin que se te queme el cerebro, acá van tres estrategias ninja:

1. Hacé preguntas estúpidas

Dejá las preguntas brillantes para los que quieren parecer inteligentes. Lo mejor que podés decir es: “Perdón, no entendí”. Eso obliga a la otra persona a explicar mejor. Y te da oro puro para contar después.

2. Dale voz al otro

Decile: “Esta es tu oportunidad para contar tu versión de la historia.” Funciona en tragedias, en escándalos, en todo. Porque a veces, nadie los escucha de verdad.

3. Echá la culpa al público

Cuando tengas que hacer una pregunta difícil, usá esta frase mágica: “La gente que ve esto se pregunta si…”. De golpe, no sos vos el que incomoda. Es la audiencia. Y funciona.

Todos tenemos una historia adentro. Y vos podés contarla.

El narrador infinito cerró su charla mirando a la audiencia con una sonrisa y un consejo directo:

“Usá ese teléfono que llevás en la mano. Usá tu curiosidad. Hacelo. Porque las historias están ahí, esperando ser contadas. Y si lo hacés bien, nunca vas a quedarte sin algo para decir.”

Listo. Ahora, ¿cuál es tu próxima historia?

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